A cuatro meses de la gloria eterna
Hoy se cumplen cuatro meses desde que la Selección Argentina derrotó a Francia y ganó el Mundial de Qatar 2022.
Nuestro enviado especial, Diego Fernando Bautista, agradece el apoyo de todos los que hicieron posible el cumplimiento de su sueño y, en formato de autoentrevista, hace un detallado resumen de las horas previas a la final, del partido y de las celebraciones posteriores en la ciudad de Doha.
Perlitas de una alegría única que durará para toda la vida…
-Diego, ¿qué recordás de ese día antes del partido?
-El día anterior a la final fue realmente agitado. La jornada empezó con la cobertura de las conferencias de prensa de Dibu Martínez y de Lionel Scaloni en el IBC (Centro Internacional de Prensa). Posteriormente, nos trasladamos hasta la Universidad de Qatar para presenciar los primeros minutos del último entrenamiento de la Selección Argentina previo a la final. Desde allí, con algunos colegas, nos trasladamos hasta el estadio Internacional Khalifa, donde Croacia y Marruecos animaron un entretenido cotejo por el tercer puesto que terminaron ganando los croatas por 2 a 1.
Eso sí, después del partido viví un momento único porque tuve la oportunidad de presenciar la conferencia de prensa de los entrenadores de Marruecos, Walid Regragui, y de Croacia, Zlatko Dalic, a quién tuve el enorme privilegio de formularle una pregunta en medio de tantos colegas de otros países. Después, ya en zona mixta, pudimos intercambiar algunas palabras y un saludo especial con un crack como Luka Modric, el cerebro de la selección croata y el Real Madrid, tras su último partido mundialista.
Esa noche, tras disfrutar de una cena en el imponente Villaggio Shopping Mall Qatar -está frente al estadio Khalifa- con el colega Alejandro Magdaleno, costó bastante conciliar el sueño. De hecho, debo haberme dormido después de las 6 AM. No era para menos. La manija era descomunal. Estaba a horas de presenciar la primera final de una Copa del Mundo y con la Selección Argentina y Messi en la cita máxima. Casi nada…
–¿Qué momento disfrutaste más durante el partido?
-Hubo muchos momentos: el viaje rumbo al estadio, la previa con la gente, la fiesta de cierre y el instante supremo de cantar el himno, fueron algunos de ellos. Pero el post partido fue realmente un momento único e inolvidable que atesoraré por el resto de mi vida. Después de que Gonzalo Montiel cambió el último penal de la tanda por el gol que nos convertía en campeones del mundo, exploté de felicidad y me abracé con cada uno de los colegas argentinos con los que compartimos un mes inolvidable. Fue apoteósico ver a Leo Messi en su hora más gloriosa, besando y levantando la Copa del Mundo mientras el estadio Lusail se venía abajo. Es una sensación que quedará por siempre en mi corazón y en mi mente.
¿Gritaste los goles? ¿Cuál celebraste más?
-¡Por supuesto que grité los goles!, y me abracé en cada uno de ellos con los colegas que tenía a mi lado (con el querido Daniel Wainstein coincidimos en el mismo pupitre en la mayoría de los partidos y la cábala era justamente esa). Al margen de la felicidad y el llanto tras el último penal de la serie, el gol que más grité y disfruté fue el de Ángel Di María. Por la concepción, construcción y resolución de una jugada maravillosa que concluyó en el 2-0 parcial. En ese momento, a pesar de que faltaba mucho, ya nos sentíamos campeones. Argentina era muy superior, controlaba el partido y Francia era todo desconcierto. Después, pasó lo que pasó y creo que resistimos a la final más dramática de la historia de los mundiales. Hemos comprobado que nuestro corazón funciona perfecto.

–¿Qué fue lo primero que se te vino a la mente cuando Montiel convirtió el último penal?
-Lo primero que se me vino a la cabeza después del gol de Montiel fue mi familia, fundamentalmente me acordé de mi viejo, quien me transmitió la pasión por el fútbol y con quien veía cada Mundial hasta que nos dejó (en mayo de 2021). Me acordé mucho de mi infancia, de mi vieja, mis hermanos, mi mujer y mis tres hijos. Con ellos hice una videollamada de inmediato para abrazarlos aunque más no sea virtualmente porque necesitaba sentirlos cerca en ese momento tan particular. Y aunque estábamos a más de 15 mil kilómetros de distancia, los sentí presentes, cerca mío. Después, ya más tranquilo, en el viaje de regreso, hice un repaso de todos los sucesos que vivimos con mi familia y mis seres queridos para concretar este sueño de toda mi vida. Hubo que hacer un esfuerzo muy grande en todo sentido, pero por suerte hubo muchas personas, medios y empresas que creyeron y valoraron el trabajo de uno, lo cual me pone muy orgulloso. Por suerte, recontra valió la pena. Porque todos y cada uno de nosotros también somos campeones del mundo.
